Si no quieres que te escuchen gemir...
martes, 22 de mayo de 2007
Hmmm
Anoche vi en la tele lo que se ha convertido en mi nueva fantasía erótica...
Quiero unas braguitas con vibrador incorporado que funciona a control remoto... Y a alguien a quien le apetezca jugar conmigo en lugares públicos :P

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martes, 8 de mayo de 2007
¿Qué es el BDSM?
No soy uno de esos personajes decimononicos, de voz grave, cuidado bigote y ropas elegantes que han aflorado en el imaginario de los "no iniciados" como prototipo del practicante de BDSM, simplemente soy alguien a medio camino entre los neófitos y los expertos amos, lo que me hace ser rechazado por todos. Los primeros por depravados, los segundos por inexperto.
¿Quien mejor para iniciar a los inexpertos en este apasionante mundo? Bueno va, no hay otro más, así que os tendreis que conformar conmigo.
Es imposible no comenzar por la tipica definicion pedante que suele dar todo aquel que quiere parecer puesto en el tema.
BDSM corresponde a las siglas de Bondage, Disciplina, Sado y Maso; que describen una serie de prácticas que pueden englobarse en dos tipos de relaciones:

1. Relaciones D/S: definida por la entrega de la voluntad de una persona a otra, con el objetivo de cubrir un hueco en su alma (y no es una metáfora) A traves de su sumisión, se consigue una autorrealización y un bienestar que no es posible obtener de otra forma. A menudo se suele confundir sumision con esclavitud. Nada mas lejos de la realidad puesto que la sumisa es libre. Pese a tener que obedecer a su amo en todo, reside en ella la capacidad de de aceptar sus ordenes o no. Para eso estan las normas de las que hablaremos en próximas entregas.

2. Relaciones S/M: los sadomasoquistas vaya. La consecucion del placer a traves del dolor (infligido o recibido) es la unica meta. No es necesario que exista una relacion de dominacion entre los practicantes, aunque suele darse con frecuencia.

El BDSM se rige por la norma: sano, seguro y consensuado; como el sexo normal (o vainilla en el argot), practicado por personas normales que buscan desarrollar una parte de si mismos que muchas veces se resiste a salir a la luz por miedo al que diran y a la oscuridad que rodea este mundillo. Oscuridad sobre la que pretendo arrojar algo de luz con esta serie

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sábado, 28 de abril de 2007
Shhhh... II
Escuchó el sonido de una puerta al abrirse, y las manos de él le indicaron el camino al interior del piso tan sólo sosteniendo sus propias manos delicadamente. Cuando había dado varios pasos, tras ella la puerta se volvió a cerrar y de nuevo se hizo el silencio. Sintió una leve corriente de aire a su lado, quizá provocada por él al caminar, y en algún lugar de la habitación comenzó a sonar una música lenta, sensual y sugerente que volvió a erizar su piel.

"Si en algún momento no te encuentras cómoda, tan sólo dímelo y podrás quitarte el antifaz; te irás y no volverás a verme. Pero si decides quedarte, relájate y confia en mí."

Confiaba en él. De hecho eso era lo más extraño de todo, lo más inquietante y que a la vez la ponía aún más cachonda... que confiaba en un completo desconocido, que estaba entregándose ciegamente a él.

De nuevo otra corriente de aire a su lado. Para entonces los cuatro sentidos que no tenía vendados trabajaban al 100%, y esa leve brisa trajo hasta ella un aroma profundo y amaderado; no supo adivinar si se trataba de algún tipo de perfume que él usaba o era, simplemente, su olor corporal. Inspirando para llenar sus pulmones de aquel agradable aroma, otra respiración se unió a la suya cerca, muy cerca de su oído. Él tenía su rostro junto a la nuca de la chica, podía sentirle detrás de ella tan cerca que su calor resbalaba por su propia espalda. Gimió levemente al sentir unos labios sobre su cuello, unos brazos abrazándola suavemente y unos dedos acariciando sus brazos despacio, desde el hombro hasta sus muñecas. Él comenzó a besar su cuello muy lentamente, abriéndose camino con sus labios por entre las ondas de su melena hábilmente. Con sus manos grandes y seguras continuaba acariciándole los hombros, los brazos, las yemas de los dedos... y la respiración de la chica se hizo más agitada, disparando los latidos de su corazón.

Entonces él cambió la trayectoria de sus caricias. Al llegar hasta los hombros, esta vez bajó sus manos hacia el pecho de ella, resbalando por su piel suave y agitada. Por encima del vestido acarició sus pezones, que ya se adivinaban duros tras la fina tela oscura. Sin dejar de besar y lamer su cuello, sus manos pellizcaban delicadamente las tetas y después volvían a acariciarlas en círculos.

Ella ya gemía y suspiraba sin pudores, entregada, y con su boca trataba de encontrar el rostro del hombre, todavía perdido en su nuca y su cabello. Pero él la sorprendió de nuevo subiendo sus manos hasta sus hombros y haciendo caer los tirantes del vestido, bajando después poco a poco la escueta prenda hasta el suelo con su boca, lamiendo su cuerpo con su aliento cálido cada vez que mordía el vestido por un lugar diferente y tiraba de él hacia abajo.

Estaba en ropa interior delante de un hombre al que ni siquiera veía. Lejos de sentir miedo o desconfianza, el deseo la empujaba a querer más, a morderse el labio y buscar a tientas el cuerpo de él. De nuevo la mano del hombre agarró su brazo, ella dió un pequeño respingo, sorprendida, y él volvió a susurrarle:

"Shhhhh..."

Él la levantó entonces y comenzó a caminar con ella en brazos. La chica volvió a sumergirse en el aroma masculino de él, en el calor del aliento que le entibiaba el cuello y que tanto la provocaba. Se agarró a los hombros del hombre y se dejó guiar, obediente, hasta una superficie mullida y sedosa donde él la depositó con cuidado. Parecía una cama enorme (no llegaba a rozar el borde opuesto) e instintivamente ella se estiró para sentir el frescor de aquellas sábanas de seda sobre su piel.

"No te muevas".

Acomodó su cabeza en la almohada y aguardó sin moverse.
Permaneció quieta un par de minutos en los que trató de agudizar aún más el oído para adivinar lo que él estaría haciendo en medio de tanto silencio, pero los latidos de su corazón agitado era lo único que acertaban a distinguir sus sentidos.
Cuando comenzaba a inquietarse, le cogieron la mano derecha y empezaron a pasar un lazo alrededor de ella. Instantes después, el hombre repitió la operación con la otra mano y tiró del lazo, con lo que ella descubrió que estaba maniatada. Él dio otro tirón suave de la tela y consiguió que las manos de ella quedasen juntas e inamovibles sobre su cabeza, y al tratar de moverlas (sin éxito) la chica comprobó que habían terminado amarrándola al cabecero de la cama.

Amarrada, ciega, sometida. No podía hacer más que esperar, y lo que hacía que su tanga transparente se humedeciese era que todo aquello le gustaba.

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Susurrado por Lena at 15:13 | Permalink | 0 Gemidos
miércoles, 25 de abril de 2007
Shhhh... I
Le temblaban las piernas cuando se bajó del coche. Ya no había vuelta atrás, lo sabía bien, pero el hecho de acudir a esa peculiar cita marcaba un antes y un después en su vida sexual, en su vida. Una parte de su mente le gritaba al oído que era una locura, que no debería estar ahí... pero una parte de su vientre, la zona de su corazón que latía más rápido le decía que por fin iba a encontrar lo que tantas veces había buscado, lo que soñaba cada noche y que le provocaba un despertar jadeante sobre su lecho de sábanas húmedas desde hacía años.

Caminó por esas calles aún desconocidas para ella lentamente, martilleando el suelo con sus botas de tacón. Con ayuda de un pequeño mapa escrito sobre una servilleta de papel se iba guiando por entre las callejuelas y cruces ahora desiertos y alumbrados tan sólo por la luna llena, preguntándose cómo demonios había llegado hasta ese punto. Ella, una mujer responsable y segura de sí misma. Ella, que prefería tenerlo todo controlado, que jamás dejaba nada para mañana si estaba en sus manos acabarlo hoy. Ella, que con sus anteriores parejas jamás había permitido que otros llevasen las riendas. Ella... una mujer que sabe lo que quiere, que se cuida y se mima por encima de todo y de todos y que no permite que nadie le diga lo que tiene que hacer...

Y allí estaba, acercándose al edificio azul marcado con una cruz en su servilleta. Se detuvo un momento frente al bloque de pisos para inspirar hondo. La brisa fresca le revolvió el flequillo, y ella se lo echó hacia atrás mientras retomaba su camino caminando pausadamente.

Pulsó el boton del portero automático y, tras unos minutos de intenso silencio en el que sólo se escucharon el ruido de las motos y el de su propia respiración, la puerta se abrió con un pitido. Empujó la puerta y se adentró en el portal.
Caminando hacia el ascensor se miró un instante en el espejo que lamía las paredes del portal. Estaba preciosa. Llevaba un vestido muy corto negro y ajustado que realzaba aún más sus curvas, el pelo parcialmente recogido con las ondas color azabache resbalando sobre sus hombros y sus botas de tacón, esas que estilizaban aún más sus piernas. Bajo el vestido, tan sólo un breve y escueto conjunto de ropa interior transparente cubría las zonas menos visibles de su cuerpo, terminando así de completar el atuendo más sexy y atrevido que ella se había probado jamás.

Entró en el ascensor y pulsó el botón del cuarto piso. Durante los minutos que tardó en subir por su mente pasaron mil recuerdos e imágenes pasadas. Recordó cómo le había conocido en ese chat de sexo, ese canal prohibido donde se hablaba sin prejuicios de tríos, de dominación, de bondage, de intercambios. Por su mente pasaron aquellos momentos de pudor y desconcierto que sintió las primeras veces que entró en el chat, pero también esa curiosidad y esa sensación placentera que le hacía quedarse y leer, preguntar, conocer. Cuando él la abordó aquella noche, con sus preguntas y su forma de escribir elocuente y madura, ella se derritió. Algo en su interior dejó de estar dormido y provocó que el miedo y la vergüenza desapareciesen, para empujarla por fin a ese mundo nuevo que le estaba esperando.

Inspirando profundamente, caminó a lo largo del pasillo a oscuras, tal y como él le había pedido. Casi a tientas llegó hasta el final, donde la puerta con la placa que decía "41" se situaba frente a ella. Rompiendo los últimos vestigios de pudor que le quedaban, abrió su bolso y sacó el antifaz negro. "Póntelo en cuanto llegues a la puerta, justo en ese momento". Se aseguró de que estaba bien puesto y, rodeada de una nueva y completa oscuridad, golpeó con sus nudillos sobre la puerta. "No llames al timbre...".

Aguardó unos minutos paralizada, en silencio, tratando de agudizar el oído para escuchar cualquier movimiento a su alrededor. Se preguntó entonces con inquietud qué pasaría si cualquier otro vecino abría la puerta y se la encontraba allí, en el pasillo, vestida como una guarra, nerviosa, excitada y con los ojos vendados. De hecho eso mismo podría estar sudeciendo en ese mismo instante, aunque ella no pudiese verlo ni ser consciente...

Cuando a punto estuvo de echarse atrás y salir corriendo, algo le rozó el brazo. Fue una caricia, el simple paseo de unos dedos desde el hombro desnudo hasta el codo que hizo que todo su cuerpo se estremeciese. Abrió la boca para exclamar algo, pero una voz profunda y varonil le ordenó: "shhhhhh, no digas nada"...

Era él. Por vez primera estaba oyendo su voz, conociendo un aspecto de él más real que un simple nick o palabras escritas en un monitor, y a pesar de que no podía verle el influjo que esa voz serena y grave ejercía sobre ella era tremendamente irresistible. Dispuesta a obedecer, cerró la boca y guardó silencio.

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Susurrado por Lena at 11:40 | Permalink | 0 Gemidos
domingo, 22 de abril de 2007
Introducción (sí, gracias)
Mi vida está ligada al sexo desde que nací. Me gusta pensar que hoy respiro gracias a un orgasmo acontecido hace 26 años...
Fui una niña curiosa en todos los aspectos. Me encantaba espiar a mis vecinos por la ventana de mi dormitorio (desde la cual sigo haciéndolo, por motivos evolucionados), hojear los libros que mi madre trataba de esconder en las últimas y más elevadas estanterías del salón (la Pasión Turca despertó algo en mi interior y me ayudó a descubrir mi cuerpo, a conocerme y aprender de qué manera las caricias se convertían en puro placer) y sobre todo adoraba todo lo relacionado con el sexo, tan prohibido y tabú para las jovencitas bien educadas de entonces.

Supongo que con el paso de los años y con tanta represión que rodeaba mi mundo cotidiano... de alguna forma tenía que explotar. Y exploté en todos los sentidos posibles en los que puede explotar una mujercita recién estrenada: mentalmente, físicamente, sentimentalmente y de forma sexual e instintiva. El instinto, los impulsos fueron los que me hicieron deshacerme de cadenas y miedos y experimentar...
Primero fue de forma tímida y cautelosa, con mis primeros novios formales. Polvos estándar repletos de caricias y "amor", de romanticismo y cuidado, de frases que se quedan sin pronunciar por vergüenza. Noches en las que a pesar de disfrutar en cierto modo yo terminaba jadeante e insatisfecha, con la sensación de haber estado representando un rol que no me va.


Entonces empecé a ser mala. Me harté del papel de jovencita bien educada que tan aburrida hacía mi existencia y empecé a saltarme clases en la universidad para irme de caza. Me sentaba en la cafetería frecuentada principalmente por chicos y les observaba, me mezclaba entre ellos y aprendía. Esa curiosidad que me caracteriza hace que siempre tenga los ojos (entre otras cosas) bien abiertos y alerta para asimilar información, y aquellos años universitarios me sirvieron sobre todo para conocer al sexo contrario. Para saber qué les provoca placer a los hombres, qué les excita, qué buscan en su pareja o en la mujer que les observa en una cafetería. Comencé a sacarle partido a mis caderas, a moverlas sensualmente en los bares de copas. A mis escotes imposibles, a mi melena. A las caricias furtivas, a los besos lentos y mojados. Empecé a jugar y a descubrir el morbo de la seducción, a sentirme poderosa y a disfrutar de verdad. Me ponía cachondísima en los ascensores, arrimándome más de la cuenta a desconocidos que, quizá por pudor o quizá por diversión, jamás se quejaron cuando mi culo les rozaba la entrepierna.
Comencé a engordar mi lista de amantes sin compromiso, parejas de una noche con las que seguí aprendiendo y liberándome. Descubrí que no es malo quererse a una misma, buscar el placer propio y no sólo entregarse a la otra persona.

Internet ayudaba bastante en mi transformación, puesto que es fácil conocer gente en los chats y dar a la otra persona tan sólo la información que tú desees dar. De esta forma dejé de ser la que antes era yo y pude empezar a ser sólo Seda. La Seda sexual, la Seda femenina y ardiente que follaba en baños de discotecas y que masturbaba a los hombres usando su pie desnudo por debajo de la mesa de los restaurantes. La Seda que dejaba (de forma fingidamente despistada) las persianas de su dormitorio subidas para que su vecino pudiese espiarla mientras ella se cambiaba, y que terminaba acariciándose y gimiendo frente a él. Una mujer completamente distinta que ya se conocía y sabía lo que quiere.

Hasta hoy. Podrías pensar, tú que me lees, que ya debería estar cansada del sexo. Que con este pasado no debe quedarme nada por hacer, por conocer, por experimentar...
Pero no es así. Creo que ésto es como un círculo vicioso (nunca mejor dicho), una espiral que no termina de girar jamás y de la que no se puede salir. Es como una sed que no consigo saciar, sed de algo que aún no he podido adivinar y que me arde por dentro.

Y es que aún no he podido encontrar pareja sexual que realmente me satisfaga. Adoro el sexo, y he tenido experiencias con adolescentes tímidos, con chicas atrevidas, con hombres maduros y con niñatos de treinta años, con hombres tranquilos y obedientes y con mujeres hermosas siempre complacientes. Pero aún no ha habido nadie que supiese entender mis súplicas e insinuaciones: "hazme sentirme como una perra, quiero que seas malo conmigo esta noche","sométeme; no me permitas negarme a lo que tanto deseo".
Quiero poder ser yo misma de verdad, terminar de abrir ese candado que aún tengo cerrando algún rinconcito de mis deseos. Me gustaría encontrar a alguien con quien poder entregarme sin miedo, alguien que sepa despertar mi instinto más sexual de la forma más dulce. Alguien que sacie esta sed...


Quizá cuando conozca a ese alguien mis fantasías más ocultas puedan hacerse realidad. Mientras tanto, hasta que lo encuentre, este blog será testigo de lo que mi imaginación es capaz de hacer. Os hablaré de Seda, de esa parte viciosa y húmeda de mí mísma que no puede dejar de sentir, suspirar, morder, besar, lamer, gemir, inventar, probar, jugar, susurrar. De esa Seda que cada noche tiene que morder la almohada para no hacer ruido mientras sus manos recorren cada rincón de su piel y su mente trabaja e imagina.

Tal y como Sade ha dicho, este blog va de sexo. No podría tener mejor compañero para este peculiar proyecto, puesto que somos muy parecidos y porque, (qué demonios) el placer es importante en nuestras vidas. Junto con él intentaré convertir este frío paraje virtual en nuestro particular rinconcito húmedo y cálido, y espero de corazón que aquí os sintáis como en vuestro propio sexo.
Despojaos de prejuicios, que empezamos.
 
Susurrado por Lena at 12:54 | Permalink | 2 Gemidos
sábado, 21 de abril de 2007
Apertura
De mentalidad, de blog, de piernas... todas tienen algo en común: ponen a nuestro alcance un mundo de placeres y experiencias nuevas con las que poder disfrutar y los más aplicados, incluso aprender cosas nuevas. Algo que queremos conseguir con este blog que hoy inicia su andadura.
¿Qué ocurre cuando dos personas sexualmente desinhibidas juntan sus mentes?: que desfogan su pasión en interminables, lúbricas y alocadas noches. ¿Y qué pasa cuando una de ellas no quiere hacer eso?, pues que crean un blog.
Tampoco sé si es la norma general. De hecho se puede hacer el amor y escribir un blog (incluso al mismo tiempo) pero es lo que hemos hecho nosotros: la deliciosa y sublime Seda y el estricto barón aleman experto en disciplina inglesa que os escribe. Como nada de lo que he detallado es estrictamente cierto, podeis llamarme Sade.
Muchos dirán que este es un blog para disolutos, viciosos, gente de la noche guarros, salidos, gente sórdida, pervertidos, depravados, degenerados... y se equivocan: es para gente que busca sexo. Sexo entre lineas, sexo entre palabras esparcidas en un mar intangible de lujuria, sexo en la pantalla de su monitor, sexo virtual entre amantes de una noche. En una palabra, esto va de: sexo.
Esperamos que os guste.
 
Susurrado por . at 22:55 | Permalink | 3 Gemidos